viernes, 31 de enero de 2014

Mezquita de Córdoba



Durante la segunda mitad del siglo VIII, cuando la ruptura dinástica que terminó con los omeyas que gobernaban Damasco entronizó a los abasíes en Bagdad, un príncipe omeya fugitivo, Abd al-Rahman I, penetró en al-Andalus formando un nuevo estado independiente con capital en Córdoba: el emirato. 

 Vista aérea que permite observar todo el rectángulo cerrado con muro almenado, el patio, las naves con sus característicos techos a dos aguas y, en el centro, la catedral renacentista construida en tiempos de Carlos V.

Ocho emires se sucedieron del 756 al 929, hasta que Abd al-Rahman III fundó el califato, asumiendo además del poder terrenal, el poder espiritual de la umma.

La gran obra arquitectónica de este primer período en el arte andalusí es, sin duda, la Mezquita aljama de Córdoba. Iniciada por Abd al-Rahman I en el 785, sus sucesores la fueron ampliando, hasta alcanzar con al-Mansur su aspecto definitivo.


ANÁLISIS DE OBRA

MEZQUITA DE CÓRDOBA
  
Tipo de obra: Arquitectura
Título: Mezquita aljama de Córdoba
Autor y fecha: Construida entre el 785 y el 987. Tal dilación en el tiempo es consecuencia de una serie de ampliaciones y reformas acometidas por los sucesivos dignatarios del gobierno de Córdoba entre esos años. La primera mezquita es la que levanta Abd al-Rahman I entre el 785 y el 788 sobre el solar de la antigua Iglesia  visigoda de San Vicente. La primera ampliación se realiza entre el 832 y el 848, durante el gobierno de Abd al-Rahman II. Ya en la primera mitad del siglo X Abd al-Rahman III ensancha la sala y añade un minarete. Las intervenciones de al-Hakam II (962-965), que dan a la mezquita su aspecto casi definitivo, introducen un sentido monumental y jerárquico, al estructurar un área especialmente decorada y compartimentada en torno al mihrab, es decir, la maqsura. Y en 987, con al-Mansur, se emprende la última y considerable ampliación de la sala de oración o haram.

Planta de la mezquita indicando las sucesivas ampliaciones.

Localización: ciudad de Córdoba. España.
Estilo: Hispano musulmán. Período cordobés.
Forma: Es una típica mezquita de sala hipóstila.
Método: Utiliza una novedosa superposición de soportes: columnas en la parte inferior y pilares encima, con doble arcada. En la parte inferior se hallan arcos de herradura, sobre los que se superponen arcos de medio punto. Con esta técnica se lograba dar más altura a las naves a la vez que permitía transparencia y comunicación entre ellas. Este sistema se basó en los grandes acueductos romanos y en los arcos de herradura visigodos, pero lograron una combinación única. Las naves no se encuentran paralelas al muro de la quibla, sino perpendiculares, y se cubren con techo de madera a dos aguas. No fue un templo de planificación global, lo que resulta de las sucesivas ampliaciones que sufrió. Su carácter monumental lo fue adquiriendo a partir de la acumulación de construcciones. Revela también otras características generales de la arquitectura islámica: la reutilización de elementos y estructuras precedentes, y la tendencia a la horizontalidad.

                                                    Bosque de columnas de la sala de oración.

Descripción general: Finalizado el proceso de ampliaciones, la mezquita quedó con 19 naves que, junto con el patio, totalizan 180 metros de largo por 120 de ancho. La techumbre es de madera, de acuerdo a la costumbre islámica, con 19 hileras de tejado en doble vertiente, una por cada nave. Tiene un enorme patio exterior, el “patio de los naranjos”, en el que la disposición de los árboles imita la disposición de las columnas interiores. Cuatro fuentes invitan a los fieles a las abluciones. La inmensa sala de oración se abre con su inmenso bosque de 1.300 columnas, de capiteles algunos corintios estilizados y otros muy desiguales por su diversa procedencia, y fustes de mármol, con la característica doble arquería, alternando dovelas de color blanco y rojo, resultado de la combinación de ladrillo y piedra. El mihrab es de mármol, lujosamente decorado en yeso y mosaicos bizantinos brillantemente coloreados sobre fondo de oro y bronce, además de cobre y plata.

Fachada del mihrab. Contiene un gran arco de herradura con su correspondiente alfiz, sobre el que se observan arcos trilobulados que encuadran una decoración vegetal realizada en mosaico sobre fondo de oro, llevada a cabo por expertos artesanos llegados de Constantinopla.

 Cúpula de la estancia frente al mihrab. Esta zona, por su importancia simbólica, es la más rica de toda la mezquita. Desde aquí se dirige la oración y se encuentra la maqsura, lugar reservado al califa y su séquito. La estructura está revestida con teselas hechas de pasta vítrea recubiertas de oro o tratadas con brillantes colores que alternan con otras de mármol, y fue realizada por artesanos bizantinos.

            Cúpula lateral de la maqsura, una de las denominadas cúpulas de nervios.
 
Análisis simbólico: Por haber sido fundada por Abd al-Rahman I, “el inmigrado”, tenía un valor especial entre los omeyas andalusíes y por eso va a ser tomada como modelo, y a pesar de las ampliaciones subsiguientes, siempre se respetó su estructura original. Estas intervenciones, necesarias por el aumento de población, también respondieron al prestigio que otorgaba a los califas omeyas, dejar su impronta en el venerado edificio. 

Análisis sociológico: Constituye la expresión más notable y acabada de la arquitectura hispano musulmán del período cordobés. Era la referencia, el modelo de todas las demás mezquitas aljamas de al-Andalus, llegando su influencia a las mezquitas del Norte de África. Tras la conquista cristiana de Córdoba, en 1236, la mezquita fue convertida en catedral, sufriendo diversas alteraciones arquitectónicas. La mayor de ellas se realizó en el siglo XVI: en medio de la antigua mezquita se levantó una gran nave cristiana de estilo renacentista, lamentándose Carlos V de tal situación sosteniendo que se había destruído algo único,  poniendo en su lugar algo que se podía ver en todas partes.

Una de las varias portadas existentes en el muro perimetral. Se divide en tres ejes, el central más ancho contiene la puerta adintelada enmarcada por un arco de herradura con alfiz y una parte superior con arcos ciegos entrecruzados separados por placas de ataurique y también enmarcados por alfiz. En las calles laterales, arcos polilobulados enmarcan celosías de mármol con las jambas decoradas también con atauriques.



DEJO A CONTINUACIÓN UNA GALERIA DE FOTOS TOMADAS DURANTE NUESTRA RECIENTE VISITA A CÓRDOBA


lunes, 27 de enero de 2014

La Alhambra: el punto más alto del arte nazarí



La dinastía nazarí fue fundada por al-Ahmar ibn Nasr en 1232, y su reino abarcaba la región de Granada, Almería y Málaga. La ciudad de Granada se constituyó en una gran metrópoli, acogiendo suntuosos palacios, mezquitas y baños públicos.
El arte nazarí o granadino constituye la etapa final del arte hispano musulmán. Continúa las tradiciones del arte islámico de la Península Ibérica, enriquecido con la herencia del arte almohade y con algunos aportes de Oriente. Se caracterizó por una ornamentación densa y una integración armónica de la arquitectura con el paisaje, a través de jardines y sobre todo con la utilización del agua mediante fuentes, acequias y canales.
Es un arte de fuerte componente palaciego ya que se realiza por encargo del sultán para exaltar su poder, religioso y político.
La arquitectura nazarí es de materiales pobres pero de rica decoración. Su máximo exponente lo encontramos en la Alhambra, conjunto monumental que se distribuye en tres áreas: la alcazaba militar, los palacios reales y una ciudad palatina, muy deficientemente conservada, con calles estrechas, que contaba con baños públicos, mezquitas y cementerios.
Son construcciones de sobrios exteriores y profusa decoración interior. Emplean materiales pobres como el ladrillo y la mampostería, pero generan importantes efectos ornamentales a partir de bóvedas con mocárabes, arcos peraltados y mixtilíneos, columnas con capiteles muy trabajados.


La Alhambra
La Alhambra es una ciudad palatina fortificada cuya construcción no se debe a un momento concreto del reinado nazarí, sino que se fue ampliando y reformando a lo largo de este período.
Se ubica en la cima de la colina Sabika y debe su nombre al color rojizo de sus materiales (Qala al-Amra). El primer sultán nazarí, Muhámmad I (1232-1273), dispuso el emplazamiento de un recinto amurallado con torreones, situando la alcazaba con un patio de armas para la guarnición, en el ángulo más alto y saliente de la colina, disponiendo su residencia en la Torre del Homenaje.
Su heredero, Muhámmad II (1273-1302), construyó el Generalife, una huerta agropecuaria en la ladera del cerro contiguo, donde el agua, que fluye por fuentes y acequias, se convierte en el elemento central, aportando un entorno que algunos escritores árabes comparan con el jardín paradisíaco de Alá. Arquitectónicamente se reduce a patios y pabellones de construcción sencilla que encierran los jardines, estos constituyen los espacios más atractivos del lugar.

                                             Patio de la Acequia en el Generalife.


Muhámmad III (1303-1309) edificó el Palacio del Partal y la Torre de las Damas, anexa al anterior, así como la mezquita real. Este palacio es un pabellón cubierto con una cúpula, la torre y una gran alberca. El pórtico de acceso tiene arcos decorados, techos planos de madera labrada y decorada, y en el interior destacan los zócalos alicatados y las yeserías.
Pero las construcciones más esplendorosas de la Alhambra pertenecen a los gobiernos de Yusuf I (1333-1354) y su hijo Muhámmad V (1354-1391). El primero reconstruye puertas y torres de la muralla otorgándoles gran majestuosidad, y construye la torre de Comares, concebida como residencia del sultán, sede oficial del trono y salón de embajadores. De aspecto militar en el exterior, su interior es palaciego, con zócalo de alicatados, paños de yeserías y techos de madera. Actualmente la torre forma parte del conjunto monumental Palacio de Comares, surgido de la gran reforma realizada por su sucesor. Con éste, el palacio se ordena en torno a dos patios, el llamado Cuarto Dorado que comunica con el mexuar (sala del consejo de visires) y da paso al otro patio, el de la Alberca o de los Arrayanes, que posee forma rectangular, con pórticos en los lados menores, de arcos de medio punto ligeramente apuntados y decorados. Asociado a este palacio está el Baño Real.
            Patio de la Alberca o de los Arrayanes.

Es también Muhámmad V quien realiza el Patio de los Leones, que posee en sus cuatro lados pórticos o galerías a base de arquerías sobre columnas de mármol ricamente trabajadas. Alrededor del patio se despliegan las estancias palaciegas conocidas como Sala de los Abencerrajes, Sala de las Dos Hermanas, Sala de los Mocárabes y Sala de los Reyes, cada una de ellas destinada a fines tales como realización de banquetes y fiestas durante el verano una, durante el invierno otra, mexuar, alcobas, harén.

          Cúpula de mocárabes de la Sala de los Abencerrajes.

        Patio de los Leones

Arquería y columnas de uno de los pórticos del Patio de los Leones. 

El agua y el jardín en la Alhambra
El arte musulmán se distinguió no sólo por su decoración exuberante, también lo hizo por sus jardines, rodeando y dando sentido a la arquitectura. Y dentro de estos jardines, junto a las flores, los árboles frutales y las palmeras que dan sombra, el agua terminaba por crear el efecto de oasis tan caro a los musulmanes desde que en el Corán el Paraíso era descrito como jardines en los que el agua  corre por lo bajo. El jardín tuvo entonces ese componente simbólico no sólo para los árabes, sino también para persas y judíos, todos ellos pueblos del desierto.
En el mundo islámico el agua fue un complemento de la arquitectura, ya fuera reposada en el estanque, reflejándola, o en movimiento, ofreciendo iridiscencias, sonidos, efectos de luz y sombra que acentuaban su fragilidad, como obra humana que era.
El agua era recogida en grandes aljibes, cubiertos o al aire libre, y luego era distribuida por gravedad generando estanques de aguas quietas o surtidores de continuo movimiento.
La función de los estanques de aguas quietas ubicados delante de los edificios, es constructiva y también religiosa. Constructiva porque colabora con la magnificencia del edificio al reflejarlo 
Religiosa porque esa imagen, que se destruirá con la simple caída de una hoja, prueba la fragilidad de la creación humana y reafirma que sólo Alá permanece.
El agua dejada en movimiento, como la de la Fuente de los Leones de la Alhambra, que mueve todo un mecanismo que la transporta a los pórticos y de allí a las habitaciones altas, provoca un rumor musical y un microclima que refresca los interiores y los humedece.


Generalife. Escalera del Agua. Esta escalera conecta uno de los jardines con la zona más elevada de la colina, donde se ubicaba un oratorio y hoy están los jardines altos del palacio. La escalera, interrumpida por varios descansillos de planta circular presididos por fuentes bajas, tiene como pasamanos dos canales por donde corre el agua de la acequia real, acelerándose para detener su ritmo en pequeñas pozas circulares. Otra canalización, subterránea, alimenta las fuentes bajas de los rellanos. Es así que quien por allí circula se ve inmerso en un torrente, bajo una bóveda de laureles, envuelto por el sonido y la frescura del agua.

A CONTINUACIÓN LES DEJO UNA SECUENCIA DE FOTOS TOMADAS EN UNA RECIENTE VISITA A LA ALHAMBRA